Todo aquel que lo haya sufrido alguna vez sabe que el dolor de espalda es una sensación insidiosa que te puede perseguir durante todo el día, llegando a impedir el descanso. Puede alcanzar grados de invalidez al no permitirnos ejecutar determinados movimientos o dificultándolos, haciendo casi imposible desarrollar nuestro trabajo o ralentizando las acciones de nuestra vida cotidiana. Tanto si lo has padecido antes como si tienes la fortuna de no conocerlo (cosa extraña), intentaré darte algunos consejos sobre cómo prevenir el dolor de espalda.

El primer foco de atención debe estar en nuestra postura. Ya describimos en posts anteriores que el eje de la espalda debe estar recto cuando lo vemos de frente. Sea cual sea nuestra postura estática (de pie, sentado o tumbado) debemos respetar dicha premisa, haciendo énfasis en que toda la superficie de la espalda debe estar reclinada sobre el área de contacto, especialmente la zona lumbar, en el caso de que tengamos apoyada la espalda en un respaldo o nos encontremos en decúbito.

La postura recta y erguida de la espalda no pierde su importancia aunque nos estemos moviendo. La marcha debe ser natural y nada forzada, manteniendo la mirada al frente con los dos ojos en la misma línea horizontal, los hombros relajados en una posición algo posterior, para permitir ampliar el diámetro del pecho, y caídos para no tensar la musculatura del cuello. Si conseguimos no tensar la zona cervical, también las lumbares podrán hacer su trabajo de sostén y transmisor de fuerzas hacia los miembros inferiores sin sufrir sobrecargas.

También podemos añadir que la espalda debe mantenerse perpendicular al suelo pese a que cambiemos la altura de nuestra visión, por ejemplo, al agacharnos a recoger algo. Este movimiento al que daríamos tan poca importancia debe hacerse flexionando las rodillas, no doblándonos por la cintura debido a que, no obstante cojamos un insignificante pedazo de papel, los músculos erectores de la espalda deben hacer un esfuerzo mayúsculo para recuperar la vertical al tener que mover la palanca que forma nuestra espalda desde el eje del movimiento en la cintura hasta la punta de la cabeza.

Por lo tanto, tras la explicación anterior también se puede inferir que cuanto mejor estado físico tengan los músculos de la espalda, y también los abdominales al servirles de punto de apoyo en sus esfuerzos, menos probabilidades tendrán de sufrir molestias a la hora de ser requeridos para cualquier esfuerzo.

Si, en cualquier caso, el esfuerzo debe ser hecho y puede ser una actividad que requiera de un prolongado período de tiempo, bien sea nuestro trabajo o bien una actividad extraordinaria, podemos sopesar el uso de ortesis o ayudas externas como pueda ser una faja lumbar que descargue la musculatura de la zona y nos permita un buen desempeño con menor esfuerzo.

La guía y consejo de un fisioterapeuta antes de que alguna lesión ocurra puede evitar muchos y grandes dolores que pueden significar días de baja que se pasan en la cama y que, una vez terminados los dolores, pueden dejar secuelas que nos predispongan a nuevas lesiones en la zona o a sus compensaciones. Recurrir a la fisioterapia de manera preventiva significa un ahorro en costes tanto físicos como monetarios.