Cualquier persona que comienza a quejarse del dolor de espalda no es capaz de reconocer una causa concreta que haya originado dicho dolor. Somos conscientes de ese dolor o bien al término de la jornada habitual de trabajo o bien al levantarnos de la cama por la mañana. Es un dolor de baja intensidad, molesto, que localizamos en alguna zona difusa de la espalda.
Cuando es en la zona lumbar, lo notamos cuando cambiamos de postura: un giro en la cama, al levantarnos de ella o de un asiento y quizá estando de pie y realizar algún giro o movimiento brusco como agacharse a recoger algo.
En la zona dorsal puede ser un dolor muy persistente si llegamos a notar un pinchazo cada vez que cogemos aire profundamente o suspiramos. Sin embargo, puede ser un dolor más llevadero debido a que la zona dorsal es menos móvil en nuestros movimientos voluntarios de la vida diaria. Dependiendo de su localización, puede hacer dolorosos los movimientos del hombro e incluso las inclinaciones del cuello.
La zona cervical, por su especificidad y número de problemas propios, merece un capítulo aparte a la hora de hablar de sus molestias.
Volviendo al momento en el que una persona comienza a ser consciente de que tiene un problema en la espalda porque nota dolor, si éste no es de una alta intensidad, lo que ocurre con más frecuencia es que no le dé importancia, que aguante o recurra a algún tipo de fármaco analgésico o relajante muscular y siga adelante con su vida. Ese dolor podrá desaparecer o no, pero lo que debe saber esa persona es que el problema no ha desaparecido, sólo sus síntomas, y la molestia volverá a aparecer ya sea en el mismo lugar o en otro, incluso puede que a cierta distancia, debido a que el cuerpo, nuestro aparato músculo-esquelético, se ha encargado de compensar ese dolor llevando la tensión a otra zona con la musculatura más fuerte.
Si queremos cortar esta cadena lesiva (o lesional) y su correspondiente ciclo del dolor, deberemos recurrir a un tratamiento curativo, que no paliativo (que es lo que proporcionan los fármacos), eligiendo al profesional de la salud especializado en la resolución de este tipo de problemas: el fisioterapeuta.
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